Samuel Barber: Piano Concierto.
El
compositor norteamericano Samuel Barber (1910- 1981) pertenece a la generación
de Aaron Copland, Roy Harris, Walter Piston y otros tantos músicos que formaron
una escuela vigorosa durante los años
30-50 del siglo pasado, creando un lenguaje propio que ha sido llamado El
Sonido Americano. Dentro de esta escuela o movimiento se distinguen claramente
tres tendencias. Por el lado izquierdo están los vanguardistas como William
Schuman, cuya música experimental es difícil de escuchar, en el centro de la
corriente se hallan Copland, Harris, Thomson y
Piston quienes toman elementos de la música popular. Del lado derecho,
los más conservadores, académicos y
europeizantes, como Hanson y Barber. Por lo tanto Barber, nacido en Pensilvania y sobrino de
una gran cantante, se aparta un poco del
estilo populista de sus contemporáneos, y
se siente feliz navegando a plenitud en
las suaves corrientes europeas del romanticismo, algo pasado de moda. Su ideal
de una música clásica, brillante y refinada, de fácil aceptación por el gran
público, cuyos oídos se deleitan con Rachmaninov, Sibelius y Wagner, lo sitúan como una referencia importante en el
panorama de aquella época marcada por las corrientes modernistas. Entre sus
obras más emblemáticas tenemos su Concierto
para Violín y el famoso Adagio para
cuerdas.
Francisco Rivero. Piano XI. 2017 |
Barber
comenzó a componer su concierto para piano en 1960, pensando en John Browning,
notable pianista norteamericano, como
solista. Es una obra que se enmarca dentro de la tradición delos grandes
conciertos románticos del siglo XIX.
El
primer movimiento se inicia con un tema declarativo por parte del piano solo.
Comenzar el concierto con un solo de piano es algo inusual en el repertorio clásico.
Además de esto responde la orquesta en tutti, para luego
detenerse bruscamente y enfriar los ánimos. Hay digresiones que crean confusión,
preguntas sin respuestas y pasajes dramáticos en donde el pianista hace gala de
bravura con arranques violentos de elevadas sonoridades en un duelo con la
orquesta. Música muy bien elaborada pero algo insípida.
La
música en el segundo movimiento fluctúa suave
y planísimamente con notas de gran
encanto y lirismo. Presenta una bella
melodía de carácter triste y melancólico que después de flotar levemente, se
eleva y evoluciona hasta llegar a un clímax. La influencia de Rachmaninov y
Tachaikovsky se hace sentir en el acompañamiento tan dulce y almibarado por parte de la orquesta.
Un
tercer movimiento se inicia con unas fanfarrias de una fuerza volcánica arrolladora, que promete
mucho, irrumpiendo en rabiosos
y modernísimos ostinatos. Barber se arriesga un poco dejando
atrás el vetusto estilo del siglo XIX... Después de estos arrebatos hay una
sección más calmada de finos toques impresionistas. Posee forma de rondo ABABA
y está escrito en Si bemol menor.
La
obra de unos 28 minutos, está escrita en
tres movimientos:
1.
Allegro
appassionato 13:47
2. Canzone:
Moderato 6:35
3. Allegro
molto 6:50
Discografía:
1.
John Browning (Piano). Orquesta
Sinfónica de San Luis. Leonard
Slatkin. RCA.
2. Marin Alsop, Royal Scottish National Orchestra. Stephen Prutsman. Naxos
2002.
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