miércoles, 10 de abril de 2013

Hugo Alfvén: Algo más que notas musicales…




Algunos compositores poseen una sensibilidad especial y consumada  habilidad  para transmitir en sonidos sus experiencias visuales, produciendo obras que al ser escuchadas evocan fácilmente lugares y acontecimientos. Esto es lo que se ha llamado Música Programática, de la cual se tienen ejemplos tan claros, famosos y conocidos como las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi y la Sexta Sinfonía de Beethoven.  Berlioz y Franz Liszt le dieron un gran impulso a este género, que nació con ellos y se desarrolló hasta alcanzar la plenitud con la música de las películas de Holliwood.  Algunos románticos como Brahms criticaron la música de programa, como algo impuro y ajeno al plano musical. En el otro extremo de la balanza tenemos a un Wagner, para la cual la música era tan solo una parte de un gran espectáculo que combinaba poesías, leyendas, decorados, imágenes, trucos de iluminación, declamación  y cantos. La música programática alcanzó su edad de oro a fines del siglo XIX y comienzos del XX con los poemas sinfónicos. 

Francisco Rivero. HUgo Alfven. 2013.

La disputa aún hoy en día continúa entre los puros académicos y los programáticos. Para algunos músicos modernos la música debe ser completamente objetiva, sin alusiones a sucesos o eventos extra musicales. La música debe referirse, en todo caso, a ella misma. Esto es lo que ha sido llamado “música al cuadrado”. Pero… ¿Cómo quitar la subjetividad al arte? ¿La música sería entonces una ciencia de los sonidos? ¿Cero expresiones y sentimientos? ¿Una rama de la acústica?
Hugo Alfven (1872-1960)  compositor  que se dio a conocer entre el público como el genuino representante del espíritu sueco es uno de estos felices ejemplares. Su doble condición de pintor y músico se palpa en sus obras. Este músico poseedor de un estilo que ha sido llamado por algunos como “ híper romanticismo nórdico” es el más importante  después de Franz Berwald (1796-1868). Suecia,  un país famoso por sus automóviles Volvo, las bolineras SKF y las canciones del grupo ABBA. 
Las obras de Alfvén se destacan por un lenguaje musical directo y lleno de emoción influenciado por las melodías y ritmos folklóricos de su tierra, que atraen fácilmente la atención y el interés de todos los oyentes. Alfvén  fue el primero de su país que se apartó de las influencias foráneas de Dinamarca y Alemania, creando un estilo nacionalista.
Hugo Alfven compuso su Primera Sinfonía en Fa menor Op. 7 en el año de 1897, cuando contaba  apenas 24 años. Una obra de casi una hora de duración, con una paleta orquestal muy rica y deleitosa,  en cuatro movimientos y  que deja ver las  marcadas influencias de Brahms en lo formal, pero, por otro lado,  que anuncia los brillantes episodios llenos de un romanticismo cautivante, apasionado y nostálgico que más tarde encontraremos en las obras de  Sibelius y Rachmaninov
Después de una presentación algo controvertida por parte de la Orquesta de la Opera Sueca, la obra sufrió muchas modificaciones, hasta que fue publicada en forma definitiva en 1951. Sin embargo ese año de 1897 marca un hito importante en su carrera pues de allí en adelante se le considera un autor respetado.  Compuso un total de 5 sinfonías, 3 Rapsodias Suecas, Ballets y Suites orquestales.
Para su Segunda Sinfonía en re mayor Op. 11, completada en 1899, el autor se inspira en la belleza del paisaje del archipiélago de Estocolmo, lugar favorito de su infancia, y la obra surge con un programa, que comienza brillante y luminoso en el primer movimiento pero luego se transforma en un drama terrible, que refleja los conflictos del mundo interior del autor. Una obra que algunos han comparado con la sinfonía Fantástica de Berlioz, por el programa y los efectos musicales.
 Mencionamos sus tres Rapsodias Suecas en donde Alfven expone lo mejor de su estilo.
La Rapsodia Sueca No. 1 Op. 19 “Midsommarvaka (Fiesta del Verano o Vigilia del Verana), refleja el ambiente alegre del festival más importante  de Suecia a mitad del verano, cuando ocurre el día más largo del año. Posee melodías populares bastante pegajosas que son inolvidables para el que las escucha. Esta Rapsodia fue escrita en 1903. Es una obra de unos 14 minutos de duración, bonita y pegajosa que ha pasado a ser una especie de Tarjeta Postal para turista que con sus pinceladas de brillante colorido orquestal nos describe el paisaje y la vida campesina de Suecia.
De acuerdo al Programa la música describe el entusiasmo de los jóvenes en su camino hacia el festival de danzas. Comienza todo con una melodía popular por parte de las maderas que se repite, es tomada por el bajo, deformada de manera jocosa. Ante intromisión burlista responde la orquesta en pleno, lo que da origen a una algarabía en donde no faltan los golpes, gritos y resoplidos, tan típicos de una pelea a puñetazos. Por encima de todo, los violines imponen el ritmo de la danza. Poco a poco cesa el tumulto para dar paso a una escena suave y romántica, donde dos jóvenes enamorados se aíslan del grupo, iluminados por los rayos de la luna. Llega el amanecer y la pareja se une al grupo para seguir bailando y disfrutando. Vuelven los violines con su danza in cesante que arrastra a las parejas en su girar infinito con más calor y energía que al comienzo.
No menos atractiva e interesante es la Rapsodia Sueca No. 2 Op. 24  “Uppsala”, escrita en 1907, para celebrar los 200 del natalicio del famoso naturalista Carlos Linneo (El hombre que creó la taxonomía científica con los nombres en latín para plantas y animales). Fue un festival organizado por la Universidad de Uppsala y por lo tanto la obra tiene un tono más formal y solemne. Se asemeja mucho a la Obertura Académica de Brahms.
Comienza con tema de carácter noble por parte de los trompas, el cual migra luego a las maderas y es tomado por la orquesta en pleno. Después a parece el tema principal de carácter festivo y celebra torio. En general es una pieza alegre con algunos pasajes humorísticos en donde se citan algunas canciones estudiantiles.
Como ya se dijo, Alfven fue un consumado pintor que se dedicó al género de la acuarela con bastante maestría. Una vez visitó el Lago Orsa y la vista desde las colinas cercanas, lo cautivó. No solo dejó bellas acuarelas sobre el tema, sino que también plasmó sus impresiones musicales en  la Rapsodia Sueca No. 3 “Dalacarlian”. Es una obra de unos 20 minutos de duración compuesta en 1932. De carácter sereno y contemplativo dentro del mejor estilo Post romántico, Alfvén muestra sus dotes y maestría de un compositor maduro,  con una orquesta suntuosa que mediante el empleo de complejas armonías crea un clima sentimental de nostalgia y admiración por el paisaje y la naturaleza.



Discografía:
Hugo Alfven. Sinfonías 1-5, Rapsodias Suecas. Orquesta Sinfónica  de Estocolmo. Neeme Järvi. Brilliant Classics. 1993.

No hay comentarios:

Publicar un comentario