Las sensaciones sonoras inspiran colores y luces en algunas
personas más sensible s que otras a este tipo de cosas. La asociación de ideas
entre distintos tipos de artes ha sido bastante productiva. La historia lo
confirma con bellos ejemplos de obras musicales inspiradas en pintura, poesía y
arquitectura. Los románticos como Schubert y Berlioz se inspiraban en los cuentos
de Hoffman y los poemas de Goethe, Heine y Novalis. Los impresionistas como
Debussy expresaron en música los estados de ánimo e imágenes sugerentes de las poesías de Mallarmé.
Uno puede pintar la música que escucha. Esto puede sonar
extraño y hasta ridículo para algunos. Sin embargo no deja de ser interesante,
pues este proceso es semejante a la
asociación natural entre música y movimiento que se da en el baile. Pensemos
que en vez de mover nuestro cuerpo movemos lápices de colores sobre un pedazo
de papel. Al final quedarán las marcas del recorrido, guiado por la música. El
color se ordena de acuerdo a un plan secreto que subyace dentro de la
composición y que no se puede expresar en palabras.
Francisco Rivero. John Corigliano. 2013. |
Hay que dejarse llevar por esta experiencia sinestesia en las horas tranquilas y lucidas de la
mañana cuando nuestro cerebro esté libre de contaminaciones visuales y sonoras.
La condición sine quanon debe ser buena música para lograr una acertada
sinergia y compenetración profunda entre
sonido y espíritu. Cualquier tipo de música no sirve para esto. Nada de Vivaldi
o Mozart como música de fondo. Debe ser música moderna, expresionista que llegue bien adentro hasta lo más profundo del ser. Música
que transmita energía creadora.
Hoy escuché el Concierto para violín de John
Corigliano compuesto en 2005, llamado también El Violín
Rojo, en honor a la banda sonora de la película. Posee influencias de
Shostakovich y Bartok. No he visto el film, ni me interesa, para poder
comprender y apreciar la obra. La música expresa muchas cosas distintas para
cada persona. En fin, fue una experiencia sinestética enriquecedora, que me
hizo vivir la música.
La siguiente es una versión de la Orquesta Sinfónica Simon Bolívar de Venezuela
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