Myaskovsky es un músico poco comprendido por la dificultad de encasillarlo en las corrientes del siglo XX, pues a veces es conservador y otras incursiona en la vanguardia. En general sus obras son bastante tonales, trabaja con las formas clásicas moviéndose dentro de una amplia gama de estilos musicales: romanticismo, modernismo, neoclásico, impresionismo, expresionismo y por supuesto, realismo socialista. No en vano fue uno de los grandes músicos soviéticos formando un cuarteto de muy selectos compositores, siendo los otros tres: Prokofiev, su amigo y compañero de toda la vida, Shostakovich y Jachaturiam su alumno predilecto.
FRancisco Rivero. Myaskovsky. 2009. |
Hoy escuchamos un par de Sinfonías de su segundo período. Dos obras de tendencia modernista en donde su autor se atreve a pasar la línea de vanguardia y experimenta con nuevos sonidos y formas musicales. Dos obras de mucha aceptación para la época en que la Unión Soviética abría sus puertas a todas las corrientes de vanguardia en la búsqueda de un arte nuevo y futurista que rompiera con el pasado, un nuevo arte que expresara los ideales renovadores de la revolución.
Sinfonía No. 10 en fa bemol op. 30
Ccompuesta en 1926 expresa con toda propiedad el ímpetu de todos aquellos ideales vanguardistas. Es una sinfonía de acero como la segunda de Prokofiev, estructurada en un solo movimiento de estilo expresionista con ritmos avasallantes, timbres ácidos y corrosivos y dislocaciones abruptas, angulares e inesperadas del discurso sonoro. Esta obra en forma de sonata algo violenta y agresiva nos lleva sin descanso durante 11 minutos a un clímax de gran dramatismo. Las cuerdas imponen un ritmo de marcha forzada en los registros más bajos creando una atmósfera de ensueño. En el minuto 14 se inicia la recapitulación de todo el material previo, para volver al inicio y así completar el ciclo.
Como se dijo antes la obras consta de un solo movimiento:
Un poco sostenuto 16:43.
Sinfonía No. 11 en si bemol OP. 34
Ccompuesta entre 1931-32 es algo más canónica que su hermana que la precede. La obra se estructura en tres movimientos:
1. Lento 13:01.
2. Andante 11:18.
3. Precipitato 10:10.
El primer movimiento es casi una continuación de la sinfonía anterior por el empleo de timbres agresivos y la bitonalidad. ES un movimiento nervioso y agitado con muchos brotes de violencia en los cobres y la percusión. Hay bifurcaciones melódicas algo inesperadas que conducen por caminos extraños en desarrollos fugados de gran originalidad.
El segundo movimiento se inicia de manera serena con un tema romántico por parte de las cuerdas al unísono. La música blanda y aterciopelada posee detalles recamados de sutiles adornos por parte de las maderas. La flauta expone un bello segundo tema que sirve de preámbulo a una sección de intrincado contrapunto en donde las maderas toman un papel protagónico. En el minuto 7 se alcanza el clímax bastante anunciado que se disuelve de manera imperceptible, dejando tras de sí una estela de paz y sosiego.
En general la obra expresa la belleza de un paisaje donde el sol y la luz nos alejan de cualquier preocupación.
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